Se llama educación sexual a la enseñanza, divulgación y difusión de contenidos acerca de la sexualidad humana a cualquier edad.
Habitualmente se incluyen conceptos como el aparato reproductor femenino y el masculino, las relaciones sexuales, la planificación familiar, el uso de anticonceptivos, el sexo seguro y la reproducción. Y, en ocasiones, también se hace referencia a la orientación sexual y a los estudios de género.
La educación sexual debe comenzar a edades tempranas y debe abordar los diferentes aspectos que engloba de manera progresiva y acorde al desarrollo físico y psicológico de nuestros hijos e hijas. Es muy importante que la información que se les transmita sea rigurosa, completa y objetiva, y que se le dé suficiente importancia a la parte afectiva y emocional.
Sin embargo, por lo general, suele ser en la adolescencia de nuestros hijos e hijas cuando nos asaltan las dudas sobre cómo afrontar esta explicación, ya que generalmente esperamos hasta el último momento para tratar con ellos estos temas. Llegado este momento es habitual encontrarnos con rechazo, silencios incómodos, con un “déjame en paz” o, en el mejor de los casos, con miradas perplejas. Si a esto le añadimos la perspectiva, habitualmente negativa, con la que solemos abordar este tema, convertimos algo natural en un tema prohibido, obteniendo en ocasiones un resultado contrario al deseado.
Como padres, no debemos permitir que nuestros hijos interpreten sus relaciones afectivas o sexuales a través de la televisión, las redes sociales, las revistas o los comentarios de sus amigos. Nuestro deber es involucrarnos desde su infancia en su educación sexual y afectiva y darles una información y una perspectiva reales de las relaciones entre adultos y todo lo que ellas implican.
La importancia de la educación sexual no reside únicamente en enseñarles a utilizar métodos anticonceptivos o preservativos, sino que debe ayudarles a resolver sus dudas y a conocer y aceptar su cuerpo, sus emociones y sus sentimientos. Debe ser un eje más en su educación para sus relaciones interpersonales y debe servir para fomentar el respeto a ellos mismos y el respeto a los demás.
La educación sexual en centros de enseñanza en nuestro país se realiza en los Institutos de Enseñanza Secundaria hasta los 16 años, y en los de Bachillerato o Formación Profesional a partir de esa edad. En estos centros, al no existir un protocolo sobre la forma de abordar la educación sexual, el método de enseñanza y los contenidos pueden variar.
Lo más habitual en las aulas es que sólo se haga referencia a sus componentes biológicos como son el desarrollo corporal de mujeres y hombres, el papel que juegan las hormonas o cómo se produce la gestación humana, por ejemplo. Junto a esto, es habitual también que el foco de atención gire en torno a los peligros que determinadas prácticas sexuales pueden entrañar para los adolescentes, como los embarazos no deseados o las enfermedades de transmisión sexual, y también sobre la necesidad de evitar los abusos sexuales.
La única forma de aumentar las posibilidades de que su vida sexual sea saludable y satisfactoria, no sólo física sino también psicológicamente, es que nuestras hijas e hijos dispongan de suficiente información, conocimientos y libertad para tomar sus propias decisiones, que asuman la responsabilidad de cuidar de ellos mismos y de cuidar a los demás y que sean capaces de tomar sus decisiones con seguridad, sin dejarse influenciar.
Los Institutos de Educación Secundaria de las localidades de la Foia de Castalla y el Valle de Alcoy donde se imparte educación sexual son: